Otro perro en casa. ¿Compañero o invasor?

Marco Moretti

Un día, tras unas pocas palabras con alguien, descubres que ahora vivirá contigo.

No fue una elección tuya. Simplemente llegó para quedarse.

¿Cómo te sentirías?

Aumentar la familia puede ser emocionante, pero ¿y si para el que ya estaba no lo es?

No todos los perros disfrutan de compañía, y no es cuestión de celos o “egoísmo”: en ocasiones, simplemente no quieren compartir su hogar con otro perro.

Lo que para nosotr@s parece un plan ideal, para ellos puede ser un terremoto que sacude su mundo sin previo aviso.

La convivencia no se impone, se construye.

Pero a veces evitamos reconocer que dos perros no encajan, porque admitirlo significaría paseos por separado, ajustes en el espacio y presentaciones cuidadosas.

Preferimos convencernos de que “se acostumbrarán” antes que aceptar que quizá nunca se lleven bien.

El perro que ya vivía en casa no tuvo opción. De repente, su zona segura se vuelve compartida.

Mientras nosotros podemos salir o distraernos, él pasa las 24 horas con un recién llegado que ni siquiera pudo conocer de forma gradual.

Si esa convivencia forzada no funciona, el estrés se acumula, los conflictos aumentan y su bienestar se resiente.

En mi caso, dos de mis perros tardaron dos años en entenderse y confiar el uno en el otro.

Aprendí a base de errores que no basta con compartir techo para que sean “hermanos”. Hay que darles espacio, evitar pasillos estrechos o paseos forzados, y no imponer experiencias que puedan generar tensiones.

Si estás pensando en adoptar otro perro, hazlo con empatía.

Organiza encuentros progresivos, paseos conjuntos sin presión y asegúrate de que cada uno tenga su propio espacio seguro.

Tu primer perro no debería sentirse desplazado en su propio hogar.

Tener más de un perro no significa que “se hagan compañía” sin más, sino permitir que cada uno sea quien es, sin forzar una cercanía incómoda.

A veces se entienden rápido; otras nunca conectan realmente, y ambas situaciones son válidas si garantizamos su bienestar, disponemos del tiempo necesario y nos adaptamos cuando la realidad no es tan ‘disneyana’ como imaginábamos.

Antes de centrarnos en lo que queremos, preguntémonos: ¿cómo sería vivir todo esto desde su perspectiva?