La trampa de la falsa lógica para justificar lo injustificable: la falacia

Marco Moretti

Los perros necesitan libertad. Por eso uso un collar de descargas para poder dejarlo sin correa.
Quizás para algunas personas esto suene razonable, pero tú y yo sabemos que no lo es.

Sin embargo, para quienes esta frase parece lógica, analicémosla: en realidad dice algo como “Voy a limitarte y herirte para que te comportes como quiero, pero lo hago en nombre de tu libertad.”
De verdad tiene sentido?

Esto es lo que hace una falacia: toma una verdad irrefutable, como que los perros necesitan libertad, y la usa para justificar una conclusión que traiciona la misma premisa.

Es un razonamiento manipulado, una trampa que maquilla decisiones que no se sostienen.

Y no solo ocurre con ejemplos tan evidentes como el collar de descargas. También aparece en decisiones cotidianas, esas que parecen bienintencionadas pero que, al analizarlas, fallan.
- “Mi perro necesita socializar, por eso lo dejo en el parque con otros perros aunque lo vea incómodo. Es por su bien, así aprenderá.”Pero, ¿qué está aprendiendo? ¿A gestionar la situación o a resignarse?
- “Tiene que acostumbrarse a estar solo, por eso lo dejo aunque sé que lo pasa mal.” ¿Eso es adaptación o solo sobrevivir al malestar porque no tiene otra opción?

Estas frases no son verdades, son excusas.

Forman parte de un discurso que nos hace sentir cómodos con decisiones que benefician más a nuestro ego que a nuestros perros.

Nos justificamos porque aceptar que podríamos hacerlo mejor nos enfrenta a nuestra incomodidad.

El problema es que un perro no entiende nuestras excusas.

Solo vive las consecuencias.

Vive la incoherencia de alguien que dice quererlo libre, pero no busca alternativas que no pasen por el miedo y el dolor.

Vive las restricciones de una relación donde sus necesidades son ignoradas en nombre de creencias que no resisten análisis.

Si algo necesita tantas palabras para justificarse, probablemente no está bien.

Esto no se trata de culpas, sino de revisar nuestras acciones y preguntarnos: ¿realmente hacemos esto por ellos o porque nos resulta más fácil?

Cuando dejamos de justificar, todo cambia.

Nuestros perros necesitan que tengamos el valor de cuestionarnos para construir una relación auténtica.