La mal llamada “protección de recursos”
Marco Moretti
¿Has pensado alguna vez que aquello que tu perro defiende con insistencia, un juguete, un hueso, una manta sea más que un simple capricho?
Para muchos perros, esos “recursos” funcionan como muletas emocionales, igual que para nosotros puede ser el móvil o esa taza de café que nos tranquiliza.
Un objeto puede ayudarlos a manejar un desequilibrio, brindarles seguridad cuando todo lo demás parece inestable o permitirles cerrarse a una experiencia social no deseada.
Aun así, se ha normalizado que cualquiera pueda quitarle al perro lo que le pertenece.
Si protesta, se le tilda de “agresivo” y se culpa su supuesta “mala educación”.
¿Te imaginas la escena inversa?
Un desconocido te exige tu teléfono y, si te resistes, te llaman “mal educad@”.
Tal vez la falta de educación radique en creer que podemos arrebatarle algo tan valioso sin consecuencias.
Saber expresar posesión no es un fallo a corregir, sino un componente natural de su comunicación.
Cuantas más oportunidades tenga de practicarlo, más aprenderá a modular esta estrategia.
Poseer algo puede servir para expresar emociones, negociar interacciones o manejar la ansiedad.
Negarle esa posibilidad sería ignorar su naturaleza y sus herramientas de autorregulación.
Si impedimos que utilice ese objeto, ¿con qué pretendemos sustituirlo?
¿Un trocito de Frankfurt a cambio de algo con un enorme valor emocional?
Podemos ofrecer intercambios, sí, pero siempre partiendo de un reconocimiento empático hacia lo que ese recurso significa para el perro.
De lo contrario, solo le confirmamos la idea de que él no tiene derecho a “lo suyo”, mientras todo lo nuestro sigue siendo intocable.
Imagínate la confusión que genera ver cómo lo que le pertenece se vuelve de tod@s, mientras él no puede tocar nada “humano”.
Esto no implica que deba acaparar todos los objetos, sino que entendamos su necesidad de controlar un espacio o pertenencia.
Al final, el problema no es que defienda un recurso, sino cómo interpretamos esa conducta.
Convertir la posesión en motivo de conflicto dificulta la convivencia y mina la confianza.
La verdadera cuestión es si estamos dispuest@s a ver la posesión como un puente de diálogo, en lugar de un problema.
Te leo👇
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