El tsunami que impulsa el respeto.

Marco Moretti

Cuando alguien nos presenta un enfoque distinto, como la educación respetuosa con los perros, nuestra primera reacción no siempre es aceptar, sino justificar lo que ya hacemos.

Esto no nos hace mal@s ni terc@s; es un mecanismo humano conocido como disonancia cognitiva.

Necesitamos creer que nuestras acciones pasadas fueron correctas porque admitir lo contrario puede doler.

Me ha pasado. En una época en la que hacía con mis perros todo lo que hoy transmito que NO hay que hacer, cualquier intento de convencerme de cambiar mi forma de vivir con ellos reforzaba mis excusas y cerraba toda posibilidad de escuchar.

Buscaba justificar lo que hacía: “No entienden mi situación” o “Esto siempre se ha hecho con los perros”. Cuanto más intentaban convencerme, más me cerraba en mis creencias.

Aquí está el problema: intentar convencer a alguien atacando su enfoque no funciona.

La crítica levanta barreras y crea distancia.

Entonces, ¿qué nos empuja realmente a cambiar?

Para mí, no fue un ataque ni una confrontación lo que me hizo cambiar.

Fue encontrar personas que compartieron su experiencia desde la comprensión y el respeto.

Personas que me hicieron reflexionar sin imponer nada.

También encontré personas que habían conseguido resultados desde el respeto, y su ejemplo me hizo ver que el cambio era posible.

Si alguna vez te has sentido atacad@ por cambiar y pensar diferente, quiero que sepas algo: no estás sol@.

Cambiar no es una debilidad; todo lo contrario: es cuestionar lo que hacemos y hacerlo mejor.

Cambiar hacia la educación respetuosa no es fácil.

Requiere desafiar creencias, enfrentar inseguridades, salir de zonas de confort, y eso es jodido.

Pero vale la pena: nos obliga a mirar con otros ojos, comprender realmente a nuestros perros y construir relaciones basadas en el respeto mutuo.

Si ya estás en este camino, recuerda que sol@s no vamos a conseguir nada, pero junt@s podemos ser un tsunami imparable.

Hay que conectar: respirar antes de responder, gestionar nuestro ego y enfocarnos en un propósito más importante que tener la razón: el verdadero bienestar de los perros.

El cambio no ocurre cuando levantamos muros, sino cuando, junt@s, los derribamos.

Te leo