El estrés que compartimos:¿es suyo o también nuestro?
Marco Moretti
Detente a pensar cómo tu perro lleva parte del peso de lo que tú sientes.
Esa correa tensa al cruzarte con otro perro, ese suspiro de frustración que sueltas sin darte cuenta, esa mirada que desvías porque no tienes fuerzas para enfrentarte a más. Él lo siente todo. Y lo lleva contigo.
Vivimos en un mundo que no deja espacio para respirar: ser el mejor en el trabajo, el más presente en casa, mantener todo bajo control. Pero cuando todo se nos escapa, ¿a quién se lo volcamos? Sin darnos cuenta, a nuestro perro.
Queremos que ellos sepan gestionar todo, les pedimos que se adapten a nuestras expectativas, mientras nosotr@s mism@s estamos ahogad@s en las nuestras.
Es irónico, ¿verdad? Les pedimos que sean la calma en nuestra tormenta, pero… ¿y si esa tormenta también está arrasando su tranquilidad?
Tu perro no te juzga por estar mal, no te exige ser perfect@, pero sí carga con tu tensión, tus miedos y tus frustraciones.
A veces, estamos tan obsesionad@s con el estrés de nuestros perros que olvidamos mirar el nuestro.
Nos centramos en cada movimiento que hacen, pensando que siempre están “estresados”.
Pero… ¿cómo no lo estarían si lo primero que perciben es nuestra tensión?
Tal vez sea hora de mirar hacia adentro. ¿Qué peso emocional le estás trasladando a tu perro que ni siquiera es suyo?
Porque la verdad es que los perros no necesitan que resolvamos todos sus problemas.
Necesitan que seamos un punto de apoyo, no una fuente de ruido emocional.
Cuando empiezas a aliviar esa carga, ellos también lo hacen.
Tu perro no necesita un tutor ideal, necesita uno real: que lo acompañe desde la tranquilidad, no desde la presión.
Pregúntate: ¿le estoy dando la oportunidad de ser libre de mis preocupaciones, o lo estoy arrastrando conmigo?
Si la respuesta te incomoda, enhorabuena. Acabas de dar el primer paso para cambiarlo.
Si notas tensión en ti, prueba a detenerte, respirar profundamente, relajar la mano en la correa, bajar los hombros y caminar más despacio.
Regálale a tu perro esa calma. La sentirá.
Y sí, no será fácil.
Habrá días malos, momentos de duda. Pero ¿sabes qué? Lo lograrás.
Porque cada pequeño paso que des hacia tu propia calma será un regalo para ti y para él.
BIENESTAR
Mejoramos la vida de tu perro juntos.
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