¿Amamos a nuestros perros o los necesitamos?
Marco Moretti
Es complicado definirlo, pero hay algo claro: nuestros perros no pueden ser la base sobre la que construimos nuestra felicidad.
No pueden ser el centro que sostiene nuestra identidad, ni la razón que nos hace sentir valiosos.
Porque entonces no los estamos amando, los estamos usando para sostenernos.
Lo sé porque lo he vivido.
Durante mucho tiempo, con la mejor de las intenciones, me he anulado por ellos.
Les he dedicado todo, he hecho que fueran el eje de mi vida, he estado para ellos cada segundo…
Hasta que entendí que no era lo que me estaban pidiendo.
Porque ellos no necesitan a alguien que se borre por amor. No necesitan un humano que se vacíe para llenarlos, porque no los llena.
Ellos huelen nuestra serenidad. Huelen nuestra felicidad. Y si no la tenemos, lo saben.
Si nuestra vida se sostiene solo sobre ellos, si sin ellos sentimos que perdemos el equilibrio, entonces no estamos compartiendo nuestra vida con ellos, nos estamos sosteniendo en ellos.
Y esa no es su responsabilidad.
No son ellos quienes deben llenar nuestro mundo, sino nosotros quienes debemos construirlo para luego, desde ahí, compartirlo con ellos.
Un perro no necesita un humano que se entregue hasta el agotamiento, sino alguien que sepa vivir con plenitud y, desde ahí, compartir su vida con ellos.
Que pueda cuidarlos sin que su bienestar dependa de ello.
Que pueda amarlos sin usarlos para sentirse amado.
Por eso, no se trata de una cuestión de prioridades ni de un orden jerárquico entre ellos y nosotros.
No es elegirnos primero y después a ellos. Se trata de entender que solo cuando nos cuidamos, cuando nos sentimos plenos, cuando construimos nuestra propia felicidad, podemos realmente darles lo mejor de nosotros.
No porque seamos más importantes, sino porque así es como los cuidamos de verdad.
Así es como los amamos sin cargas, sin expectativas, sin hacerlos responsables de llenarnos.
Porque cuando los amamos desde la abundancia, sin convertirlos en la pieza que nos hace sentir completos, ahí sí es amor. Un amor real, limpio, sin cargas invisibles.
Y eso es lo que necesitan. Eso es lo que quieren. No salvarnos. No sostenernos.
Solo compartir la vida con alguien que ya está completo.
BIENESTAR
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